La cifra de casi 4.000 casos diarios por covid nos recuerda que la pandemia está lejos de haber terminado. Sin embargo, por muy preocupantes que sean las cifras, falta una sensación de pánico. Puede haber cierta perplejidad por el hecho de que el HSE (Servicio Ejecutivo de Salud Irlandés) no pida la reintroducción de restricciones para frenar la propagación. En su lugar, hace un llamamiento para que cada uno examine su propio comportamiento.
Su director, Paul Reid, ha expresado su preocupación por el aumento de las cifras y el impacto desproporcionado en el sistema sanitario. Aunque considera más apropiado, por el momento, un enfoque pragmático.
Los altos niveles de vacunación y la experiencia ganada con esfuerzo, además de algunos nuevos y espectaculares avances en el tratamiento, han dado motivos para ser optimistas en cuanto a evitar los graves resultados que hemos visto hasta ahora.
El muro de vacunas y el potencial de los nuevos tratamientos, han mejorado mucho la protección. También han aumentado la confianza en la prevención de los efectos más extremos del COVID-19. Cabe preguntarse si esto se debe a que la amenaza ya no es nueva o a que hemos desarrollado más capacidad mental y emocional para afrontarla.


Busca de refuerzos y nuevos medicamentos contra el COVID-19
Pero en términos prácticos, el HSE está poniendo en marcha las vacunas de refuerzo para los mayores de 60 años. Muchos se habrán sentido muy animados al escuchar al Tánaiste, Leo Varadkar, decir que “tendría sentido” ampliar el programa de refuerzo a la población en general o “a cualquier adulto que haya pasado más de seis meses desde su segunda dosis”.
También reveló que el Gobierno ha estado animando a la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) a investigar el uso de lo que podría ser una bala mágica —en forma de pastilla— que reduzca drásticamente la amenaza de enfermedad grave. Pfizer acaba de detener el ensayo de la píldora antiviral experimental antes de tiempo, después de haber demostrado que reduce en un 89 % las posibilidades de hospitalización o muerte en adultos. Los resultados han sido tan positivos que ahora planea presentar los resultados a la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. como parte de una solicitud de uso de emergencia.
En resumen, hemos recorrido un largo camino desde que oímos que podríamos tener que esperar cinco años para una vacuna. Incluso sin refuerzos, sus beneficios son claros, ya que reducen drásticamente las probabilidades de muerte, y la mayoría de los estudios muestran una eficacia del 90 %, incluso después de que la variante delta se generalizara.
Aunque se ha conseguido mucho, la prioridad sigue siendo evitar un resurgimiento abrumador. Para salvar la vida de las personas, es vital asegurar las camas de hospital y los trabajadores médicos para los pacientes de COVID-19, ya que algunos de los hospitales de Irlanda están sobrecargados. Así que, si se socializa, hay que estar atento a los contactos en los días posteriores.