TOKIO, 6 de agosto. /TASS/. Durante los Juegos Olímpicos de Tokio se realizaron más de 600.000 pruebas de coronavirus, anunció en una conferencia de prensa el jefe del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach.
«Durante los Juegos, cruzamos la marca de 600.000 pruebas [de coronavirus], 42.000 fueron tomadas a la llegada a Tokio, 0,08% resultó positivo. También tuvimos 571.000 pruebas de detección, con un porcentaje aún menor de resultados positivos: 0,02%», dijo Bach, y señaló que la comunidad de participantes en los Juegos se ha convertido en la más probada del coronavirus en el mundo en las últimas semanas.


Politizar los Juegos Olímpicos
por Dani Domínguez
Hay una relación clara entre aquellos que defienden que no hay que politizar el deporte: su ideología conservadora. Hagan la prueba, por ejemplo, en Twitter: cuando vean que alguien diga que no hay que mezclar la política con los Juegos Olímpicos, echen una pequeña ojeada a su perfil. Auguro pocas sorpresas.
La derecha y la extrema derecha española están completamente descolocadas en estos Juegos Olímpicos. Un acontecimiento que suele servir para ensalzar esa idea de España que tanto sirve políticamente a la reacción, en esta ocasión se ha convertido en otra cosa. El cacereño Alberto Ginés, primer oro olímpico de la historia de la escalada, sabía que a él le consideraban un extraño: “La gente diciéndome en twitter que no me merezco representar a españa en los JJOO por que soy rojo, todo bien???” [sic].
Los mismos que le decían esto a Ginés son los que piden no politizar las olimpiadas. Porque eso podría impedir que los rojos digan que son rojos. Y llevan más de 80 años acostumbrados a que eso no pase. No les importa que importantes atletas lleguen a significarse políticamente por la derecha, incluso llegando a ser cargos públicos de partidos conservadores. Así, la atleta Ruth Beitia, oro en salto de altura en los juegos de Río de Janeiro, fue diputada en el Parlamento de Cantabria por el Partido Popular durante 11 años, al igual que la exatleta Marta Domínguez, que fue senadora también por PP. Hace unos días, deseábamos que el lanzador de martillo Javier Cienfuegos, diputado popular en el Parlamento de Extremadura, consiguiese una medalla.
Y, sin ningún tipo de estrategia, la simple espontaneidad de varios miembros de equipo olímpico español ha roto los esquemas de los reaccionarios patrios. “Somos de color pero representamos a España”, decía el gimnasta Ray Zapata, medalla de plata en Tokyo, quien llegó a Lanzarote con 9 años desde República Dominicana. Le corregía la gallega Ana Peleteiro, bronce en triple salto: “Somos negros, qué de color”.


Negros representando a España y ganando medallas. Algo que, desde una perspectiva colonialista y extractivista, sí interesa a ultraderecha: “Zapata y Peleteiro son ejemplo de la emigración que España necesita”, escribía en Twitter el diputado de Vox Juan Luis Steegmann. La frase –que obvia que Ana Peleteiro nació en Galicia y que no sabe distinguir entre emigración e inmigración– deja claro que si los negros sirven para los intereses nacionales de la extrema derecha pueden tener un pase. Que aquí solo entran quienes ellos consideren. Siempre y cuando, y volvemos al inicio, no se signifiquen políticamente en contra de quienes tratan de acabar con los derechos humanos como hizo Peleteiro: “Mellor queda na casa. O único que ten de verde GALICIA son os montes. De nada”, le dijo a Santiago Abascal cuando este anunció que viajaría a la comunidad en verano del pasado año.
Los marcos de la derecha y de la ultraderecha han sido pisoteados durante estos Juegos Olímpicos. Su idea de España no se sostiene, por muchas banderas rojigualdas que salgan en televisión y por mucho que suene el himno. Un inmigrante dominicano “de color” feliz de representar a un país en el que vive desde hace 20 años. Una gallega negra que no se calla frente a quienes odian a los que son como ella. Un extremeño “rojo” y orgulloso de serlo que se lleva el primer oro olímpico de la historia de su deporte y al que tuvieron que ver en primer plano mientras sonaba el himno español. Y todavía falta por competir Mo Katir, nacido en Marruecos y cuyo padre cruzó el estrecho en patera, alguien al que Vox tildaría de delincuente.
La extrema derecha y la derecha que viaja a rebujo se habría sentido cómoda con ellos si hubiesen tenido la boca cerrada. Si sirven para sus propósitos, no molestan. Nos hemos acostumbrado a ver cómo las nacionalizaciones de deportistas nacidos en otros países se convierten en algo habitual cada cuatro años, reforzando justamente este marco reaccionario del diputado de Vox Juan Luis Steegmann sobre lo “que España necesita”.
Si solo hubiesen ganado medallas, habrían sido felicitados por Vox. Si por su boca solo hubiese salido un “Viva España”, estos habrían sido unos JJ. OO. cualquiera. Pero decidieron abrir la boca para decir lo que pensaban, para mostrarse orgullosos de ser quienes son, ya sea a través del color de la piel o a través de su ideología. Y eso no lo pueden consentir.
En jerga ultra, politizar los Juegos Olímpicos es defender los derechos humanos. Y por eso, politizar los Juegos Olímpicos, solo puede ser una buena noticia.


El medallero en los Juegos Olímpicos
La delegación china sigue en cabeza con 34 medallas de oro frente a las 31 de Estados Unidos. Sin embargo, los americanos continúan recortando distancias y ya son 31 los oro que acumulan.
Voleibol playa femenino y lucha les han proporcionado a Estados Unidos sus últimas medallas de oro. En global, suman un total de 95 medallas, la delegación más productiva de estos Juegos Olímpicos.
Por su parte, Reino Unido ha ascendido a la cuarta posición con 18 oros, adelantando así a Australia y a ROC (Comité Olímpico Ruso). Pentatlón moderno y ciclismo les han permitido está remontada.